Rosa María Boal
Psicóloga Clínica
Los niños, cuando tienen sentimientos muy estrechos con sus progenitores y vínculos afectivos muy fuertes, sufren mucho si no los pueden ver o hablar con ellos. Con el agravante de que no pueden defenderse por sí mismos y tienen que resignarse a lo que los adultos quieren.
Los sentimientos de los niños son como los de los adultos, solo se necesita hacer la siguiente pregunta: ¿cómo se siente una persona adulta si le prohiben y le privan de poder hablar y ver a una de las personas que más quiere?. Es la misma respuesta para los mayores y los pequeños… (De mi libro «Parejas rotas, hijos heridos»